"La percusión invita al movimiento. Caminan, sin rumbo fijo, jugueteando con ritmos, con pausas o prisas, caminan. Trazan direcciones que nacen de rutinas, alzan sus pasos o arrastran los pies, dejan caer los hombros... algunos. Caminan, y se entretienen con algún detalle, de su ropa mismo, de la pared, del suelo... Caminan. Lanzan suspiros, se estiran, entrelazan los dedos de las manos, experimentan con nuevos movimientos. Se van soltando, los vemos. Poco a poco, tras leves indicaciones, el desplazamiento se hace más pausado, más armonioso. El ritmo del cajón, acompañando.
Se han parado. Suena el cante. Habla de miradas. Ahí los queremos llevar, ahí queremos el foco. Y cobran más vida, tienen más presencia esos ojos. Así exploran, y se hablan. Vemos cejas alzadas, arqueadas, ceños fruncidos, párpados que pesan, que se cierran, ojos que se apartan, que buscan, que desconfían... Las caras se desfiguran, los músculos se tensionan y distensionan. Músculos que en algunos casos parecían paralizados.
"Mírame". Esa es la consigna, "¡Mírame!", se dicen y se encuentran. Se quedan de a dos. "Mírame"
Empezó rutinario, y paulatinamente va escuchándose auténtico. Se oye el cajón, contundente ahora, invita a quietarse trabas, invita a soltar, y eso hacen. "¡¡¡Mírame!!!". Y es ruego, y es mandato. Es firme exigencia, es petición desesperada. Sale la rabia y la tristeza. Lágrimas y quejidos. Y ahí permanecen. Y desde ahí expresan. Se han abierto heridas, se han disparado penas. Ahí están saliendo ahora. Tras los ojos, el cuerpo entero, brazos que se extienden, manos que se alzan, piernas abiertas.
Y el cante, el cajón, con sus ritmos, dando permiso, abriendo un poquito más esa puerta de las emociones. Que salgan, ¡que se sanee el alma!. Así, sí, ¡fuera!. El cuerpo se retuerce, se encoge, la voz se quiebra, y se golpea el aire con seco movimiento de brazos, los puños se cierran y se abren. Las plantas, bien asentadas. Y puede ser. Está siendo posible. Permanece ahì.
"Mírame", se puede convertir en susurro, en arrullo, en bálsamo, lo hemos visto. Se están mirando, y esos ojos, algunos enrojecidos, empiezan a acariciar. Dulcemente, algunas lágrimas van resbalando por las mejillas".
Actuamos desde el profundo respeto a los ritmos naturales, tenemos la confianza absoluta en la bondad básica humana y en su deseo de pulsar con la vida. Sabemos también de las trabas que nos ponemos para alcanzar la expansión y la vitalización. Y esas trabas pasan por el cuerpo, por sus bloqueos. No podemos percibir bien porque estamos demasiado ocupados en defendernos, en mantener nuestra coraza.
En el caso de las miradas, el primer segmento, como lo estableció Wilhelm Reich (padre de las líneas de trabajo psicocorporales), estamos hablando de telereceptores funcionales desde los primeros momentos, y que por determinadas razones, por presiones y represiones sociales, pueden perder su uso normal y vitlalidad.
Desde nuestra poderosa herramienta, el flamenco, hemos visto como en este trabajo con el primer segmento, (los ojos), se abre, de forma segura, y desde la facilitación con cantes, con ritmos, con técnicas psicocorporales, una puerta a la expresión. Esos ojos, que en muchos casos se han apartado del mirar, que han reprimido determinados movimientos, vuelven a vibrar. Algo se sana en el desbloqueo. Y la mirada, otra vez, puede brillar serena.
Tomamos de ejemplo tantos y tantos maestros del cante, hombres y mujeres dedicados al flamenco, que han expresado, entregados en cuerpo y alma, a su arte. Tomamos maestros que han emocionado, y sus caras son vivo ejemplo de ello. Tomamos esas miradas hoy, esas limpias miradas que pueden reír y llorar, que han vivido, y no lo niegan, esas miradas honestas que hablan de verdad. Y eso, llega al alma.
"Mírame"
Nota: fotografías de Manuel Moreno, "Morao" (Paco Sánchez), Y Felipa del Moreno (Leafar Soirrab)
EQUIPO FLAMENCURA
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