Se cruzaron nuestras trayectorias, las de una psicóloga psicocorporal y un músico percusionista flamenco. Ambos habíamos realizado desarrollos profesionales que nos hicieron darnos cuenta de que tenían en común sacar a flote emociones, habíamos experimentado lo tremendamente gratificante de mover sentimientos. Los dos, uno en los tablaos, en escenarios, en sus clases particulares; la otra en las sesiones de terapia y en sus talleres. Los dos compartíamos la formación en terapia reichiana, llevamos a nuestras espaldas procesos terapéuticos de años, en vegetoterapia caracteroanalítica. Procesos duros que te permiten paulatinamente conectar con la esencia de lo que somos, que te ayudan a ir desmontando la coraza que tuvimos que construirnos a lo largo de nuestra vida para sobrevivir. Nació una ilusión, quisimos irle dando forma y realidad.
Para empezar, para situarnos y situaros, queremos transmitiros que comulgamos en la vida, trascendiendo lo profesional, con el paradigma de este gran científico, tremendamente versátil, sorprendentemente honesto, que fue Wilhelm Reich. Destacada eminencia a quien no se le ha hecho en absoluto justicia en la historia, dedicó toda su vida a favorecer las libres pulsaciones de los organismos. Se dio cuenta de que venimos con un potencial vital y energético al nacer (siempre y cuando no haya habido problemas en el embarazo y/o nacimiento), que se va apagando en pos de adaptaciones varias, de concesiones, que tenemos que hacer para poder sobrevivir. El bebé, en la mayoría de casos, renuncia a su biología para la superviviencia en una determinada cultura. Somos cachorros humanos, somos mamíferos, y tenemos unas necesidades que cubrir, por nuestra naturaleza animal.
Es un tema largo, que requiere otro espacio para hacerlo, pero digamos desde aquí que el proceso de maduración humana se estructura ordenadamente, de cabeza a pies, es un proceso céfalo-caudal. Por decirlo resumidamente, al nacer son funcionales los telereceptores, los sentidos de la vista, el olfato, el oído, la boca, y van cobrando protagonismo en algunos meses, las manos, el tronco, para acabar integrando todo el cuerpo en la incorporación, cuando ya se tiene más de un año, y el biosistema está preparado para caminar.
Como esos procesos no se suelen acompañar desde el respeto, vamos creándonos defensas corporales, que también son emocionales. Y quedan ahí, los sentimientos, desde los más profundos, preverbales, hasta los recientes. Cada uno tenemos ahí nuestra historia. María Montero Ríos habla en su libro "Saltando las olas" de la teoría del embudo, aplicada al cuerpo, "las tensiones nos van aprentando y modelando. El cuerpo es ese gran aliado que actúa como espejo de nosotros mismos. Desde su comienzo, flexible y maleable en la juventud, hasta la rigidez y endurecimiento que expresan los cuerpos adultos, hay algo más que el puro y simple paso del tiempo. Subyace todo un proceso de tensión y agarrotamiento de nuestra libertad de movimiento en su más amplio sentido físico y existencial. No nacimos como embudos, más bien nos fuimos atascando por el camino". ¿Cómo se hicieron esos nudos, esos bloqueos?, es parte de nuestra historia de interacciones con lo que nos rodeaba, con nuestras figuras de apego, nuestras vinculaciones.
Desde nuestros propios procesos personales terapéuticos nos hemos podido asomar a esas trabas, sabemos de qué va eso y hemos experimentado en nuestros cuerpos el placer del desbloqueo. Hay quien habla de bajar a los infiernos, hay quien lo compara con el Cabo de Hornos de los marineros. Cualquier símil que muestre la dureza y la grandiosidad del proceso, vale. En definitiva, asomarnos a nuestra sombra nos ha permitido comprender mejor nuestras defensas, separarnos un poco del carácter que nos atrapa, para ser un más libres.
Aún sabiendo lo mucho que queda, sí, lo decimos, tal como un colega nuestro, también formado en la escuela reichiana, nos comentó hace poco, venimos de las profundidades. y desde ahí enfocamos nuestro trabajo.
Hemos acompañado, a los que se han ido acercando a nosotros, a sus propias profundidades, cada uno desde su campo, en las sesiones de terapia, en los talleres, y también en los espectáculos. Al iniciar el camino desde Flamencura, lo mismo. Ese acercarse ha sido para modificar dinámicas, para ensanchar y vitalizar.
Desde el máximo respeto a los ritmos que marca cada cuerpo, sabiendo que un carácter se ha formado por una lógica funcional determinada, realizando un contacto sensitivo con cada uno de los participantes de nuestras propuestas, hemos ido abriendo sensibilidades, percepciones y formas de hacer.
Utilizamos las herramientas que tanto conocemos y que tantas satisfacciones nos han dado. El flamenco, con su fuerza tremenda, con sus diferentes palos, ahí de base, tanto por la percusión en directo del cajón, como por audiciones varias de cantes y músicas. Con ese fondo flamenco, las herramientas psicocorporales del legado de Wilhelm Reich, y del movimiento orgánico, movimiento vivo, el que sale de dentro.
Y, desde ese respeto del que hemos hablado antes, ¡vamos a provocar!. Músicas, audiciones varias, cantes, percusión en directo. A partir de ejercicios, creando la atmósfera adecuada, sí, vamos a provocar. Parece una contradicción, pero no es tal. Con conocimiento de causa, vamos a incomodaros, a empujaros si es el caso. Porque lo hicieron con nosotros y valió la pena, porque lo siguen haciendo, y eso nos lleva al desbloqueo. Ese es el objetivo. Y saldrá un grito que no esperábas, un golpe de puño, una lágrima, un salto, un estremecimiento, un sí, un no. Con dosis homeopáticas de "zarandeo", veréis al cuerpo ir por delante vuestro, ¡al fin!, por delante, alejado del control cortical. Y veréis, sentiréis ese movimiento fluido fruto de las emociones. Ese propio de cada uno. Bello, por naturaleza.
Buscamos flexibilizar corazas, salir de zonas de confort, y, por supuesto, también, ser alivio, ser bálsamo. Eso hemos ido viviendo y en ello queremos seguir. Creemos, como dijimos al inicio, en el potencial vital de los seres humanos, que subyace bajo corazas que oprimen y limitan nuestra capacidad de pulsar.
Venimos de las profundidades, sí, y nuestra propuesta, ¡va por vosotros!
EQUIPO FLAMENCURA
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