Os acercasteis de forma impulsiva, torbellinos, eso parecíais. Os dejamos ahí, y experimentasteis en un ir y venir de movimientos, en un ir y venir de manos y brazos en aspavientos. Ahí estabais, en la búsqueda. Muchos os lanzasteis ávidos de producciones y sonidos, ávidos de encontrar formas y maneras. Ahí os dejamos un rato. Un dos...¡tres!. Rapidez, atropellos, armonía, más atropellos, casi caos, armonía de nuevo, sonidos estridentes. Expectación. Miradas cómplices, timideces que casi no se perciben, escondidas entre el barullo. Huele a novedad, hay risas y calidez.
El sonido, súbito, del cajón, en manos expertas. Eso bastó. Toda la atención ahí. Sonidos contundentes, potentes, que retumbaban en la sala. Sonidos claros, concretos, directos.
Con el cajón, una frase sencilla, una entrada fácil, amable, pero no por ello menos fuerte. Y una invitación. ¡Vamos todos!. Las sillas valen, el suelo vale, nuestro cuerpo vale. Vamos todos a reproducir lo mismo. Todos ahí, ¿ok?. Así fue. todos ahí. Unos minutos bastaron y ya teníamos la creación conjunta, el ir a una. Todos ahí. Ahí un buen rato. Ese buen rato que permite entrar en el agradable automatismo, que permite relajarse, y emplear la mirada, y dejar que los brazos, las manos, vayan casi solas, sin apenas reparar en ello. Estemos ahí, sí. Sigamos ahí. El cuerpo se recoloca buscando comodidad, se escucha en la sala la reproducción rítmica de los sonidos. Jugamos con el volumen, que sube, que baja, que se hace tremendamente fuerte y pasa a casi inaudible. Ahí estamos, somos nosotros. "Estate ahi, estaos ahí". Y es la permanencia, y es camino trazado que todos seguimos.
Todos acomodados, hechos al ritmo marcado, integrado éste, vamos a recibir variantes. Y desde el cajón se ofrece el ejemplo. Desde ahí, con esa base reproducida por todo el grupo, sentimos novedades en ritmos que escapan de lo establecido. Sonidos rebeldes que juegan a confundir, que despistan o arropan acompañando mansamente. El cajón nos ha dejado ahí, en ese camino trazado, y desde ahí nos ofrece el modelo de la experimentación, de saltarse lo establecido, para volver a ello a voluntad, con la tranquilidad de que tras una excursión por lo desconocido, variando velocidades, sosteniendo, o de forma súbita, realizando frases complejas o rebajandose a lo más simple, vamos a encontrarnos de nuevo con ese "un, dos, tres", del inicio, ese "un dos tres" que mantienen y defienden los compañeros para mi seguridad. Esa entrada fácil, amable, concreta, que está ahí. Y con esa seguridad, de que está ahí, de que otros la defienden por mí, de que otros me la van a ofrecer si me pierdo, desde ahí, yo puedo irme seguro, confiado. Desde ahí, crearé. La estructura me lo va a permitir.
Equipo Flamencura
imagenes de nuestro taller "Flamencura, ritmos", en la escuela Waldorf, Tretze Vents, de La Floresta.
Fotografia: Jacqueline Blanco
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